Arte en el concreto
El concreto es un material versátil que deja atrás su aspecto gris y frío, para tomar textura, forma o color. Este material brinda un ahorro significativo en los costos durante el ciclo de vida de una obra, en comparación con los gastos que implica la ejecución y mantenimiento de distintos tipos de acabados superficiales.
El concreto de color es un material versátil que permite proyectar personalidad, carácter y uniformidad en las estructuras.
Por su parte, el concreto coloreado complementado con un diseño atractivo es un material que permite proyectar personalidad, carácter y uniformidad en las superficies por medio de la adición de pigmentos a sus aditivos.
Este tipo de concreto no solo se utiliza porque permite ofrecer diversas variedades novedosas y atractivos tonos en los elementos, sino también porque genera un ahorro significativo en los costos de mantenimiento durante el ciclo de vida de la obra.
En ese sentido, los artistas buscaron producir cosas útiles, en las áreas de diseño industrial, comunicación visual y artes aplicadas al servicio de la nueva sociedad comunista. Coincide con las características de diferentes vanguardias como el Cubismo, el Futurismo, el Suprematismo y el Dadaísmo.
Los representantes no ven sus obras como arte. La técnica y el proceso para elaborar el producto son de gran importancia, predomina lo tridimensional, la escultura, la arquitectura y el diseño industrial, se asocia a la producción industrial y sus composiciones son construidas matemáticamente.
La obra se comunica con el espacio que la rodea o penetra. Se valora la simultaneidad del espacio, el tiempo y la luz.
El concreto en proyectos artísticos
En definitiva la inclusión del concreto en obras escultóricas tuvo mucho que ver con los planteamientos de la arquitectura racionalista (surgida en el primer tercio del siglo XX).
De esta manera, artistas como: Le Corbusier, Gropius, Van DerRohe, Mendelsohn, Niemeyer y Breuer, entre otros, emplearon este material para sus proyectos creando formas escultóricas que en muchos casos dejaban al concreto aparente evidenciando, así, una gran cantidad de posibilidades técnicas y plásticas despojadas de ornamento y que intentaban desligarse del pasado académico o historicista.
Atendiendo a la versatilidad del concreto, pronto se establecieron las primeras relaciones entre arquitectura y escultura dentro de la misma obra. Como es el caso de las composiciones de Victor Vasareli o de Pablo Picasso.
Entre los artistas internacionales que trabajaron con este material, destacan también dentro de las creaciones más tempranas las esculturas de Henry Moore, Jean Arp o Joan Miró. De manera paralela, el expresionismo abstracto y el informalismo favorecieron la experimentación formal y estética con materiales como el concreto, muchas veces mezclado con otros soportes o procedimientos, buscando apelar a valores artesanales accidentales. Entre ellos se encuentran Chillida o Caro.
En la década de los cincuenta, despunta el trabajo de un grupo de escultores radicados en México, entre los que se encuentran:
Mathias Goeritz y Fernando González Cortázar que utilizaron con profusión el concreto en espacios públicos, destacando entre su producción el conjunto escultórico de la Ruta de la Amistad inaugurado con motivo de la celebración de los Juegos Olímpicos celebrados en el año de 1968 en México.
En este tiempo Goeritz eligió a diversos artistas internacionales para realizar obras monumentales con componentes de cemento que serían colocadas en los sitios asignados y las cuales, para presentar cierta unidad, debían pintarse.